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Después de todo se trata de comunidad.

Actualizado: 2 ago 2020

«El guerrero exitoso es el hombre común, con el enfoque de un rayo láser»

-Bruce Lee

En la historia de la humanidad nunca se han experimentado tantos cambios en áreas de la información, la tecnología, la política, la economía, entre otras como en estos tiempos.

El 2020 será el año en el que el uso de las nuevas tecnologías de la comunicación, en su mayoría a través de la Internet, no fue sólo una opción sino la regla. Como ejemplo, si “googleamos” en estos momentos la palabra “coronavirus” tendremos cerca de 2.340 millones de resultados en tan sólo 0,55 segundos, lo que demuestra la cantidad de información y sus consecuencias.


La Iglesia no ha estado exenta de esta realidad. Congregaciones que hasta hace pocas semanas se negaban a entrar en la era digital, ahora tienen prácticamente todos sus servicios colgados en la red. En estos momentos no se habla de otra cosa que del servicio dominical online, o de la clase de discipulado vía zoom.


“Zoomgregándonos” es el neologismo que define a la Iglesia de Mayo del 2020.


Sin embargo, la rapidez con la que hemos enfrentado el distanciamiento social y la crisis nos ha desenfocado. He asistido a decenas de reuniones, planes de contingencia, presentaciones de herramientas para la Obra, que hacen énfasis en la presencia en redes, en el marketing que la Iglesia puede desarrollar para lograr más interacción. Dejando de lado lo que es preciso y precioso, esto es la Misión de Dios para la Iglesia y para cada congregación, la misma que se encuentra redactada en la visión local o en el plan de trabajo anual de las mismas y que hace énfasis en la Gran Comisión (Mt. 28:16-20)

Confundimos el fin con el medio, la proclamación del amor de Dios en Cristo, con la presencia en redes.

Jesús al desarrollar su misión en este mundo no buscó la aprobación de quienes le rodeaban (¿likes?), sino con un mensaje claro, sencillo y preciso (el Sermón del monte es un ejemplo bellísimo) caminó entre el pueblo generando algo más que interacción. Él creó comunidades, se presentó a sí mismo como un hombre que tenía sed, que tenía hambre, que estaba cansado, y poco a poco ganó la confianza de quienes lo rodearon, haciéndoles sus amigos, para luego comisionarlos.

Vivimos tiempos complicados, en los cuales tenemos una oportunidad única de transformar el método de acercar el Evangelio a quienes están cerca y también a quienes están lejos.

(Ef. 2:17-18) pero es el momento de enfocar, como el rayo láser, nuestras actividades y recordar que nuestro trabajo no es tener presencia en lo digital, sino crear comunidades a través de ella.


¡No es una opción, es un mandato para este tiempo!


 

Autor: Rommel Salazar | Bio


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